"La mañana se levanta limpia y pesada; las quimeras se agigantan en ventanas de ensueño... Quizás las intromisiones de lo infastuoso y fastidioso se acometan a pestilencias perdidas en lo insano... Quizás no... Pero nada de eso interesa mientras sienta tus manos perdidas entre mis pensamientos. Tu rostro divaga en mi mente y logro tenerte de nuevo. Ya no son importantes las gravitaciones estupefactas de lo inmaterial porque el gozo eterno de los maquinales indecisos se resguardan en conciencias más sensatas..."
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El muchacho dejó caer la hoja... Miró a la joven y se sentó junto a ella...
La noche se hundía entre cavilaciones de azahares olvidados. Miradas furtivas se cruzaron para dar comienzo a un idilio que promete eternidad, tal vez se pierda en un futuro, pero por lo menos se mantendrá en algún presente... (presente divino...?)