Literaturapocalipsis (cuando los gigantes protestaron...)

Cercado omnipotente de sagaces y consecuentes risas maritales atravesando el círculo adormecido de la posmodernidad. Junto a él, un período de hambrunas contraídas por el riesgoso y controversial ser enaltecido por la fealdad de los gnomos que te comen los testículos. Vacío precoz de las nubes encogiéndose una por una logrando extinguir la permanente conjetura de lo crucial. Carlos II llora de gusto por que no verá esas nubes nunca más. El Concilio de Trento se suicida porque se le vino el cercado abajo. Cervantes se encuentra en el hambre y lucha por sacarse los gnomos de encima. A través de esto, lo que podría ser real, hoy en día parece imaginación y la trama del gusto ataca a la novela dejándola decaer en la vulgaridad… Miles de zombies se levantan de sus tumbas y atacan a los culpables de esto. Joyce sale volando y con miles de hojas de papel, arranca las estrellas y las deja caer sobre los techos magnánimos de los que hoy se llaman escritores. Borges y Cortázar danzan alrededor de una feroz y entroncada fogata hecha con novelas de autoayuda. Baudelaire saquea tiendas y con televisores color pantalla plana golpea a las puertas de las casas que están viendo “Show Match”. ¿Apocalipsis o revolución…? Desde el fondo de una cueva sale marchando un ejército de griegos y romanos dirigidos por Homero y Virgilio, detrás de ellos Ovidio, Sófocles, Esquilo, Aristófanes, Eurípides, Horacio… y demás destacados; cerca de un río se encuentran con algunos italianos con las mismas intenciones que éstos, de los que hoy puedo recordar que allí se encontraban son sólo dos: Alighieri y Boccaccio. Todos ellos, formando un batallón indefinible de nunca encontradas luces del esperanto y forjando un murmullo inacabable, se abalanzaron hacia imponentes carteles de publicidad cual descuidada ave que impacta un parabrisas. Holmberg se quedó observando arañas en el Amazonas… Neruda sólo se limitó a recitar poemas desde una nube… Caos final del recuerdo de inolvidables figuras perdidas en el tiempo que se acomete a pestilencias de un innumerable sinfín de momentos inoportunos de la existencia. Malévolo constituyente de un imperceptible terror del contraste sin igual de invariaciones psíquicas, postradas a lo ideal. Mientras tanto… Dostoievski hace caer todos los postes de luz de las autopistas más recorridas, al mismo tiempo que Tolstoi reparte volantes a los automóviles que pasan, con la inscripción: “Gracias por su visita…”. Edgar Allan Poe esparce una plaga de cuervos mientras es llevada a cabo una ceremonia de premios Nóbel. Henry James hace una hoguera con millones de playstations luego de que Balzac aplaste y escupa uno a uno los discos de Miranda. La impronta interceptual del lapidario inconsistente logró dar comienzo a una querella impertinente de tosquedades infinitas que se desplazan en la inconsecuencia de lo controversial. Don Quijote se encuentra con Bill Gates cara a cara y logra vencerlo en una batalla campal. Tiresias discute con Casandra el fin de todo, mientras que destruyen uno por uno los tópicos de las telenovelas. La degeneración y el descaro de todo lo acontecido se presenta cuando Romeo y Julieta hacen el amor desaforadamente en el patio de la mansión de Mirtha Legrand creyéndose los dos que era la mansión Playboy; y el Principito aparece en un video prohibido de “Intrusos” masturbándose al estilo Harry Potter. El mundo confuso está próximo y revienta los nervios al tirano instructor de lo moderno que atemoriza su elocuencia. Todo se viene abajo al desmentir las verdades que profanan lo intelectual, lo inmoral y lo inexistente…